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viernes, 24 de enero de 2014

¡Ya déjennos en paz!

Vamos a ir a votar el 2 de febrero. Ya tenemos suficientes elementos para decidir. Hemos visto los debates, leído los programas de gobierno, escuchado las entrevistas. Ya conocemos la trayectoria de los candidatos, sus gustos personales, sus aficiones. Hasta conocemos a las posibles primeras damas. Con todo eso tomaremos una decisión o confirmaremos la que tomamos hace tiempo.

Dicho esto, queremos que nos dejen tranquilos. Si manifestamos públicamente nuestra predilección y no es igual la suya, no nos insulte, ni nos diga que somos estúpidos, engañados, corruptos o irresponsables. No trate de imponernos un criterio ético que usted considera superior, porque si tiene que tratar de imponerlo a la fuerza probablemente no lo sea. Si no nos hemos decidido, no nos acosen incansablemente, no traten de convencernos de que su candidato es el mejor que ha existido en la historia y que los otros son la peor camada de inútiles que haya parido esta tierra. No ofendan nuestra inteligencia con argumentos simplones y evidentemente absurdos.

Pero además, no diga que nos representa a todos. Nuestra sociedad es lo suficientemente diversa como para que nadie pueda creer que habla por todos. Ni siquiera que habla por una mayoría, porque en nuestro país hace rato que cuesta encontrar una. Todos los puntos de vista son atendibles. No me diga que alguien está descalificado a priori, porque en democracia nadie lo está.

Tenemos nuestros criterios para decidir. Puede que usted crea que hay otros mas valiosos, que los suyos son los mejores, pero respete los nuestros. Si quiere decirnos algo, sepa de una vez que la gritería histérica y la descalificación exaltada no son buenas estrategias. Si nos va a faltar el respeto, mejor no nos diga nada.

Ya falta poco. Por favor, ya déjennos en paz.




jueves, 16 de enero de 2014

Por favor, quiero que me expliquen

Quiero que me expliquen los resultados de las encuestas que se han venido publicando. Quiero que me expliquen por qué los datos que se han venido dando a conocer son tan distintos. No me interesa en este punto oir a analistas discutiendo el significado de los datos de cara a la elección, de las estrategias, o haciendo pronósticos de posibles resultados (que además pareciera no ser posible en este momento con información tan contradictoria), lo que quiero es que salgan los dueños y gerentes de las casas encuestadoras y nos expliquen como es posible que cada encuesta refleje una realidad diferente.

Quiero reportajes periodísticos describiendo en detalle las diferentes metodologías utilizadas, de manera que podamos explicarnos un poco mas los resultados. Quiero que me digan la composición de las muestras, los métodos de cálculo, las definiciones utilizadas, y que me las expliquen con calma. Quiero oír a los expertos de la UCR valorar las metodologías utilizadas y que nos expliquen las diferencias y que opinen sobre los estándares internacionales en el campo. Quiero que ante las dudas que nos surgen no nos vengan con respuestas simplistas ni argumentos de autoridad, del tipo "yo no trabajo para complacer a nadie" o "nosotros somos una empresa profesional". Eso no es suficiente explicación para nadie salvo para quien la da. Porque en este caso no solo los políticos tienen dudas, las tiene una buena parte del electorado.

La transparencia es fundamental en un proceso electoral. Y no solo de parte de los partidos políticos, candidatos o autoridades electorales, sino de todos lo que de una u otra forma inciden en este proceso.     Quiero que todos cumplan con su parte.

sábado, 4 de enero de 2014

Conocer mejor para decidir mejor

A raiz de un video tan emotivo como poco informado que publicó un grupo de estudiantes de Comunicación Colectiva de la UCR, y de la polémica que desató en redes sociales, he confirmado otra vez algo que he venido afirmando desde hace mucho tiempo: mientras no elevemos el nivel del debate público en Costa Rica será muy difícil que podamos afrontar efectivamente los retos colectivos que tenemos para el futuro.

Una confluencia de factores ha contribuido para que tengamos ese debate tan poco productivo. Primero, la primacía de lo intuitivo y lo coyuntural sobre la sistematización de datos como herramientas de conocimiento de la realidad. Es cierto que las cifras requieren de contextualización, pero de ahí a desestimar cualquier estadística porque se oponga a lo que yo quiero que sea esa realidad, es otra cosa. A menos por supuesto que las cifras confirmen lo que yo quiero que digan: se cita al INEC cuando el desempleo sube, pero se le acusa de "manosear" datos cuando, como pasó en el ultimo trimestre, el desempleo cae 1,4%. Si el conocimiento de la realidad está supeditado exclusivamente a las interpretaciones subjetivas, parciales, "de olfato", y si seguimos simplemente rechazando cualquier dato que sea contrario a nuestra percepción, aun cuando ese dato sea producto de estudios rigurosos, objetivos y profesionales, no vamos a ponernos de acuerdo nunca en la Costa Rica que verdaderamente tenemos y mucho menos en la que queremos

Segundo, la información incompleta que tenemos para forjar nuestras propias opiniones. A mí me sorprende lo poco que se informa y lo mucho que se opina en nuestro país, sin que se haga una diferencia clara entre una y otra cosa. Pero además he encontrado mucho desconocimiento sobre lo que se informa: parecería básico que quienes informan sobre política supieran algo no solo de política, sino del funcionamiento del estado costarricense, de sus instituciones y su ordenamiento jurídico. Igual para infraestructura, economía, educación, salud, etcétera. Solo con un conocimiento sistémico del objeto de cobertura se puede informar adecuadamente, creería yo. De lo contrario lo que se transmita será parcial, descontextualizado y, en no pocos casos, una opinión poco informada (y poco formadora) sobre hechos que son en realidad muy complejos.

Tercero,  algunos "formadores" de opinión contribuyen a bajarle el nivel al debate público. Los analistas, según entiendo yo esta responsabilidad, deberían educar a la gente, darle elementos para que comprenda mejor su entorno. Pero frecuentemente lo que encontramos es a personas que lo único que hacen es repetir utilizando lenguaje florido las opiniones mas comunes, de esas que se escuchan en programas en donde se opina de cualquier cosa, normalmente sin contradecir al anfitrión para seguir siendo invitado. O una reformulación sofisticada de lo que "el analista" supone que el periodista que le pone el micrófono o la grabadora quiere oír, como una forma de seguir figurando en medios, aunque sea para repetir elegantemente prejuicios sin fundamento o informaciones incompletas o falsas.

Cuarto, la falta de rigor intelectual disfrazada de independencia de criterio. Nada mas pernicioso que desde la academia se construyan argumentos falaces para poder apoyar ciertas tesis. El ejemplo es por supuesto el intento del que es ahora candidato a diputado de un partido de oposición, que se sacó de la manga una interpretación antojadiza y arbitraria de una definición de desempleo (además en desuso) para afirmar, sin siquiera sonrojarse, que el desempleo en Costa Rica es en realidad el doble de lo que dicen las estadísticas oficiales. A partir de ese momento y sobre todo en redes sociales (aunque en algunos medios también ), el dato oficial para algunos es este, siendo que es incorrecto. Si esas son las bases para el análisis, ¿como podemos aspirar a un debate productivo?

Es necesario devolverle la rigurosidad al debate público como requisito indispensable para adoptar las políticas que el país requiere. Si seguimos hablando de una Costa Rica en donde nada es bueno, en donde no hay que preservar, de una Costa Rica que no se apega a la realidad, vamos a tomar decisiones que nos van a llevar a una Costa Rica que no queremos. Estamos a tiempo de evitarlo.